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"Si no podés hablar con alguien de las cosas que vivís en el día a día, si no tenés con quien compartir la palabra, te sentís solo. Es como no existir. Uno siempre necesita hablar, hablar con otros de las cosas de uno, aún cuando no sean importantes." Hablar es existir, y hablar es siempre hablar con otro, aún cuando uno hable solo; es hablar con un amigo, con un compañero, no importa con quien. Se trata de hablar, siempre hablar, pero saber cuándo callar para darle espacio al otro, espacio para ser, para no matarlo con la palabra. Y es que si muere el otro, muere también uno. Necesitamos de la palabra, necesitamos de otros.
Mientras escuchaba su voz que me hablaba, veíala nacer ante mí y morir en su prudente silencio invitándome a decir algo, a manifestarme en su presencia naciendo yo también nuevo en la palabra y reconociendo la suya en la mía propia. Esa charla se sintió como un juego de muerte y resurrección, síntesis misma de la esencia humana que es y no es al mismo tiempo sin por eso dejar de existir.
Sé que cuando ella parta, su palabra quedará como un eco en el recuerdo y su presencia será estrella para mis noches. Digo estrella, pero no de esas que se confunden entre otros puntos ornamentando el cielo, sino de aquellas perennes guías que resisten las primeras luces del alba y que conducen a los caminantes a través de las oscuridades más profunda directo a un oasis de vida y esperanza. Porque es cierto que a veces no podemos ver donde posamos el pie por culpa de la cerrazón, pero más cierto es aún que colándose entre el follaje selvático de esos problemas que nos agobian y que no nos dejan ver, habrá una estrella o dos marcando el camino a Belén.
Ahora decido callar y en mi silencio muero un poco para que vos, mi querido lector, puedas vivir. Ojalá que puedas descubrir el valor de la palabra y de reconocer qué voces son las que te guían día a día. No te olvides de dar las gracias por la palabra recibida siempre y no dejes - por mucho que cueste - de pedir perdón nunca por los momentos en que no has tenido paciencia y los oídos bien abiertos. Nuestro nombre, al igual que nosotros mismos, es tan solo una palabra que resume nuestra esencia. Tu palabra es tu vida, y la vida es todo lo que tenemos.
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