Hay gente que ni se entera, gente que no sabe, que jamás lo sospechará. Esa gente, esas pocas, poquísimas personas viven su vida con plena independencia de lo que sin ser un secreto probablemente nunca les sea manifestado.
Hay gente, algunos, a los que parecemos estar ligados en una especia de vínculo eterno, atemporal, que trasciende todo espacio, toda circunstancia, todo condicionamiento. Ese cariño inocente, ese sentimiento de infancia, esa muda nostalgia por cosas que casi nunca sucedieron, eso es un secreto. A veces viven lejos, a veces a penas se han topado con nuestra mirada en años, y sin embargo nuestros pensamientos se regocijan en su memoria.
Y es que, ¿tiene nombre humano lo que quiero expresar? ¿no seria a caso sacrílega profanación romper el espeso silencio? ¿a caso no rompería el delgado hilo que teje el encanto? ¿en qué cambiaría la vida del otro si supiera que tiene en nuestro corazón un poder divino? No, es mejor callar.
De ellos nos acordamos en las tardes de otoño, y cuando florecen los árboles en primavera; cuando tenemos frío y queremos abrazarlos, cuando una soplo venido proveniente de ningún lugar nos refreca en pleno enero. Místico oxímoron este sentimiento, puro cariño, [pura soledad].
No es sexo, no es familia, no es merecido, no es por necesidad, no es mito, aún no cabe en razón alguna, cae fuera de la moral y de la fé, muy por encima de toda voluntad [se eleva y desata].
Estas personas nos alegran la vida por existir. Lo hacen aunque no les hablemos, aunque nos cuidemos de que jamás descubran el dios que en ellos vive para nos, aunque probablemente no las volvamos a ver, aunque nos de miedo o ciertas veces se no-sé-qué de saludarlos.
Una mirada, una sonrisa, una palabra, un pensamiento, un abrazo de ellos son capaces de hacer que la vida valga y valga en plenitud; que se detenga el correr el tiempo tirano, que el cuerpo deje de pensar, que las dudas se disipen o dejen de infundir bruma en la esencia de nuestro ser, que se vigorice en su debilidad nuestra alma, que el pasado y el futuro supriman sus lindes y se hagan uno en la minúscula infinitud de ese microcosmo.
[El pequeño mosaico de esas pocas personas, de esa gente, de esos dioses ignorantes de su divinidad, nos devuelven siempre al origen, nos devuelven a nosotros mismos nuestro ser, nos entregan su mirada, nos dan vida, nos dan la vida. Su soplo nos despierta y nos lanza al camino para que cuando estemos cansados al fin de nuestros días durmamos pensando en el milagro de haberles conocido.]
Me encantooo gas ^^ :)
ReplyDeleteLindo l oque escribis!