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Bienvenido a la versión simplificada del proyecto Tono-G, un espacio de producción y experimentación con el lenguaje que no ambiciona hacer literatura sino algo mucho más elemental: generar texto. Se trata de un afiche lleno de ideas, palabras e imágenes que te invita a pensar y a ver más allá de la inmanencia de las cosas. Este es mi espacio de collage en el que me propongo hallar el tono de las cosas, mi tono de las cosas. Los invito a acompañarme en esta búsqueda. ¡Comencemos nuestro recorrido!

Monday, November 7, 2011

Desnudos

Lady Godiva by John Collier 
Es común cuando atravesamos esos periodos de angustia y opresión que parecen coartar nuestra libertad que nos rebelemos y hagamos algo radical, algo que rompa y estalle el ruido de lo cotidiano y produzca silencio. Algo así como lo que hizo Lady Godiva un par de siglos atrás en Coventry. 

Claro, después de todo no deja de ser una idea tentadora: esperar a que nos crezca el pelo hasta la cintura, teñirnos de rubio y alquilar un caballo para recorrer la peatonal desnudos simulando que lo nuestro es un acto de militancia contra los inacabables aumentos inflacionarios que agobian más que el calor de una siesta en verano mientras le ponemos mala cara a los Peeping Tom que miran nuestra desnudez a escondidas. Por supuesto, todo esto llevaría meses y probablemente la angustia ya nos haya consumido para cuando al fin podamos desplegar esta estrategia. 

Otro plan (o plan “b”): comprar ropa. Es algo que siempre ha ayudado a que la gente se sintiera mejor y, ¡qué mejor acto de rebeldía que buscar un atuendo que exteriorice exactamente lo que queremos decir pero nadie quiere oír! Nuevamente, el folklore nos ha dado lecciones sobre lo imprudente que es pensar que somos inteligentes al elegir nuestros atuendos y sobre lo caro que sale vestirse bien. Recordemos sino el traje nuevo de aquel emperador que desfiló por las calles de la capital de su reino generando un gran desconcierto hasta que un niño (¡sí, un niño!) lo señaló y puso en evidencia lo que nadie se atrevía a articular: la desnudez del emperador. Si mal no recuerdo no fue el mejor día para la gestión de aquel monarca. De hecho, creo haber oído que nunca más se animó a salir en público. 

La otra idea que me viene a la mente como una escapatoria fácil a la rutina, como un pasatiempo rebelde, es posar desnudo entre los cortinados rojos de mi cama y dejarme unas medias blancas para quedar así por horas, imaginando que Delacroix pincela mi figura sobre un lienzo de 26 x 33 cm. ¡Pero qué torpe! ¡Si es que las cortinas rojas están en la tintorería! 

Pues bien, queda demostrado que la rebelde desnudez no es algo inventado hoy. Queda claro que es difícil innovar. Queda claro que los impuestos vienen oprimiendo y causando angustia desde hace rato. Queda claro que la moda es engañosa, cara y caprichosa. Queda claro que acabar como parte de una exposición permanente en Louvre es algo que le puede pasar a cualquiera. Por sobre todas las cosas queda claro que si es angustia lo que uno siente, desnudarse y hacer algo divertido y público es la solución. 

El desnudo de las medias blancas. (oil on canvas)
by Ferdinand Victor Eugène Delacroix

Entonces, siento que no tengo tiempo para mí mismo y que me han desnudado los impuestos, que siempre alguien violenta con su ojo mi intimidad y se deleita en su mirar, que alguien se ríe en su ignorancia de mi idiotez hecha carne, siento que no soy muy diferente de Lady Godiva, el Emperador o esa misteriosa y pálida mujer que inmortalizó Delacroix. Yo siento que puedo desnudarme y quedar aún así vestido; siento que puedo recorrer la ciudad, posar para la foto, dejarme retratar, porque en definitiva no estarán viendo más que mi superficie. Por dentro, aunque me tapara con los más finos y delicados géneros la carne, sigo desnudo y con frío, sigo expuesto a las miradas inquisidoras de los curiosos, sigo siendo objeto de burla de los que no me entienden. 

Hoy me he propuesto trocar el tono solemne y poético de mis frecuentes publicaciones para retomar un tono más íntimo y coloquial, a los fines de que en este escrito sobre desnudez pueda verme a mí mismo al desnudo hablando con Uds. 

No se alarmen si me ven desnudo. Escribo para desnudarme. Escribo desnudo. Es algo natural. Es algo que pasa. Quizá me recuerden por eso. Quizá gracias a mí frenemos la inflación. Quizá imponga moda. Quizá el anónimo misterio de mi imagen quede atrapado en algún museo. Quizá sea hora de ser libre y esclavo, de andar desnudo y tapado, de correr y saltar, de ser rebelde. Aprovechemos los 30º y denudémonos ya. Dicen que es el humor el humor hace tolerables todas las cosas.

07/11/2011

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