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Bienvenido a la versión simplificada del proyecto Tono-G, un espacio de producción y experimentación con el lenguaje que no ambiciona hacer literatura sino algo mucho más elemental: generar texto. Se trata de un afiche lleno de ideas, palabras e imágenes que te invita a pensar y a ver más allá de la inmanencia de las cosas. Este es mi espacio de collage en el que me propongo hallar el tono de las cosas, mi tono de las cosas. Los invito a acompañarme en esta búsqueda. ¡Comencemos nuestro recorrido!

Saturday, May 26, 2012

Palabras


Las palabras que tanto significan hoy, nada dirán mañana. Pues así como la aurora borra la noche, la noche lava los días. Será por eso que pienso que quizá llegue la mañana en que perdón ya no haga falta y gracias ya no tenga sentido; es decir, aquel esperado amanecer en que no recuerde tu nombre y te eches para siempre al olvido. 

Llueve y el barro cede. Canta y el ave muere.
Sopla y no se mueve. Ríe y te conmueve.
Pero habla y me derrota. Pero habla y me rompe.

Olvidamos para mejor recordar y recordamos lo que quisiéramos olvidar. Ya no quiero más abrazos, ni de amores ni de amigos. Yo no quiero más silencios ni recuerdos fugitivos. Sólo quiero que me quede en la mano el sueño mío, que te vuelvas realidad y te quedes hoy conmigo. Pero no querés. Tu rostro se oculta y mis lágrimas son ríos que se revuelven en tormento y desembocan en mis labios que siguen murmurando un "te quiero" para vos.

Llueve y el barro cede. Canta y el ave muere.
Sopla y no se mueve. Ríe y te conmueve.
Pero habla y me derrota. Pero habla y me rompe. 

Arde en el averno de mi mirada perdida el hombre que no he sido, arde en la pira los cielos que no he querido y el fuego que me abraza es la caricia que te ruega por más tiempo sin sentido.
En la laguna Estigia te espero, en sus orillas te quiero desposar. Sea Caronte el barquero quien oficie nuestras bodas y que de un solo trago se olviden los gélidos rencores de esta oda infernal. Al Hades vamos, al infierno te quiero llevar. Ahí podremos desnudarnos y al fin bailar sin que el sol nos apure, sin que la noche nos sofoque, sin que mis ojos me delaten, sin que tus manos me rechacen.

Las palabras que tanto significan hoy, nada dirán mañana. 
La aurora borra la noche, la noche lava los días. 
Llueve y el barro cede. Canta y el ave muere.
Sopla y no se mueve. Ríe y te conmueve.
Pero habla y me derrota. Pero habla y me rompe.







“Charon Carries Souls Across the River Styx” by Alexander Litovechenko, Russian, 1835-1890.

Palabras (verisión en verso)


Las palabras que tanto significan hoy, nada dirán mañana;
así como la aurora borra la noche, la noche lava los días.
Llega la mañana en que perdón ya no hará falta, 
la mañana en que gracias un sinsentido será.

Llueve y el barro cede. Canta y el ave muere.
Sopla y no se mueve. Ríe y te conmueve.
Pero habla y me derrota. Pero habla y me rompe.

Esperado amanecer en que no recuerde tu nombre
Esperado amanecer en que te eches al olvido.
Esperado amanecer en que ya no suenen las campanas
en que no me despierte si es que estoy dormido. 

Los necios olvidamos para mejor recordar
y recordamos entre besos lo que quisiéramos olvidar.
Ya no quiero más abrazos, ni de amores ni de amigos.
Yo no quiero más silencios ni recuerdos fugitivos.
Sólo quiero que me quede en la mano el sueño mío,
que te vuelvas realidad y te quedes hoy conmigo.

Llueve y el barro cede. Canta y el ave muere.
Sopla y no se mueve. Ríe y te conmueve.
Pero habla y me derrota. Pero habla y me rompe.

Arde en el averno de mi mirada perdida
el hombre que no he sido;
arde en la pira los cielos que no he querido
y el fuego que me abraza es la caricia
que te ruega por más tiempo perdido.

En la laguna Estigia te espero,
en sus orillas te quiero desposar
un trago de sus frías aguas
y olvidar podremos los lamentos
de esta oda infernal.

Sea Caronte el barquero
quien oficie nuestras bodas
porque al hades vamos,
al infierno te quiero llevar.

Ahí podremos desnudarnos
bailar sin que el sol nos apure,
sin que la noche nos sofoque,
sin que mis ojos me delaten,
sin que tus manos me rechacen.

Llueve y el barro cede. Canta y el ave muere.
Sopla y no se mueve. Ríe y te conmueve.
Pero habla y me derrota. Pero habla y me rompe.


Saturday, May 19, 2012

Perdido en el arte de hacer memoria solo es tu nombre un epílogo en mí (o breve novela sangrienta)


Si me quedo sin tinta sabrás que he muerto

I - Perdido
No hallo las palabras y sin embargo me tropiezo siempre con un par de nombres  - sí, el tuyo entre ellos-. Camino un poco más y también encuentro un par de adjetivos. Los hago a un costado e intento continuar. Hace ya rato que aprendí a no fiarme de ellos. Sigo buscando y (te) busco, pero no hallo lo que necesito; los verbos se borraron del diccionario: no sé cómo actuar. Ni los libros, ni los abrazos nos preparan para vivir. Sólo los golpes enseñan. Enseñan lo que se puede aprender: esto es, el dolor, tu nombre, una desilusión, la soledad, tus golpes, los míos.

II - Arte
El viento pasa y arranca mis otoños. Los arroja al río y la corriente me los arrebata. Corro y corro pero no los alcanzo; esos sueños secos se pierden, van más lejos de lo que jamás iré yo. Abatido, veo una piedra. Me arrojo y sobre ella lloro. Entre las malezas maldigo a los dioses por haberme creado.  Ahí es que se me ocurre: agarrar el cuchillo y limpiar la maleza. Abrazarme a la navaja, aferrarme a sus filos, besar con mis muñecas su hoja. Derramar sangre al piso para que se mezcle con mis lágrimas, con mi sudor, para que los pigmentos hagan su magia y el pincel que improviso con mis dedos exprese con su trazo mi padecimiento.
Sé que no debo lastimarme ¿acaso no se encarga de eso ya la vida? ¿acaso no es esa tarea tuya y de tu mirada esquiva?. Sin embargo, como sé eso, también sé que puedo mantenerlo en secreto. Así como nadie ve las heridas de mi corazón, así nadie verá lo que ahora le hago a mi piel. Así como vos no escuchás mi voz, así no oirás mi gemir. Es el arte de recordarte, el arte de olvidarte, de cortar, cortarme y cortarte. Arte, arte, arte para matarte.

III - Memoria
¿Qué pasará si los ángeles desafinan? ¿Quién arrullará a los niños en su cuna? ¿Quién reconfortará al anciano en el ocaso de sus días? ¿Quién asistirá al huérfano y a la viuda? ¿Quién guiará al ciego para que no tropiece? ¿Quién tomará mi mano? ¿Quién colmará mis oídos de dulzura? ¿Quién velará por que mis venas no se abran del todo?
Más difícil de olvidar que una llaga, más indeleble que la reminiscencia del primer amor, más irrefutable que el perdón de una madre, más enfermo que un beso tuyo, así es mi soledad, así es mi dolor.
No sirve mudarse. No sirve huir. Es fútil resistir. Es imposible permanecer. Memorias de un olvido, de un ayer que no fue.

IV - Soledad

SOLEDAD. Esa palabra que siempre se escapa de los labios al Silencio. Quisiera gritar y agitar la misma faz de la tierra, rasgar con mis manos desnudas el cielo con sus nubes y sus estrellas, devorar la noche y vomitar el sol, apagar el fuego y secar los ríos, quebrar los árboles y despedazar la hierba que atosiga mis pies sangrantes. 
La más amarga soledad es la que hace invisible todo lo querido, la que nos hace desdeñar el cariño que nos ofrecen, la que nos hace menguar en el intelecto y correr tras sombras que se desvanecen el viento.
La noche es larga. El alba no llega. Los grillos se han ido. El rocío se ha vuelto escarcha. Me siento ausente en mi propia mirada, desnudo en mi propio abrigo, perdido aún en mi casa.

V - Epílogo de mí.
¡Basta ya! Te lo suplico, letra mía. Déjame llorar en paz. La compulsión por escribir le roba tiempo a mi sufrimiento, suspende, posterga y demora inútilmente la angustia por la que late mi corazón.
Es cierto que a veces uno necesita tiempo, tiempo para digerir lo que ha tragado. Mas el mundo no da tregua: sigue girando... girando... y girando... y gira... y no deja de girar. El tiempo no se recupera, no vuelve, no se detiene, no perdona, no tiene memoria. Las obligaciones proscriben, los días prescriben y mis miedos siguen. ¡Hasta cuando! Que sea mi piel el papiro en el que vuelque la poesía de mis dolores. En ella tallaré un nombre, una voz, un retrato, un recuerdo, tu sombra, mi olvido. 






Friday, May 4, 2012

Faux pas (o catálisis del olvido)


"Tanto decir adiós desde la herida
que el perdón era el sol del mediodía
en la sonrisa triste."
Mirley Avalis - Tanto decir

Se queja el que camina en la cuerda floja porque no ve que la araña se pasea todos los días sobre un hilo. Es necesario, ahora, que intente desenrredar la madeja para que el caos devenga cosmos, para que la invocación de tu nombre devuelva el aliento al barro que me constituye.

Caminar en la cuerda floja es confiar en la capacidad de uno para resistir. Es confiar en que no nos queda otra alternativa más que creer en nosotros mismos. Es descrubir que uno siempre camina con los pies en el infierno y los brazos en el cielo. Es descubrir que hay momentos en los que uno tiene licencia para sentir y momentos en los que uno tiene el deber de actuar eficientemente de modo que los demás puedan sentir por uno.
Algo he aprendido: Mirar abajo es rendirse; mirar arriba, ser insensato. Negar la situación, una imprudencia imperdonable. Cualquier paso en falso puede precipitarnos al impacto tan temido. 
Perderte a cada rato. Abrazarte y que tu memoria se me escurra entre las manos. Mirarte y ver que tus ojos no me devuelven la mirada. Sentir tu fría porcelana resistiendo mis afectos. Eso es para mí el faux pas que me hace caer en el abismo del no reconocimiento, de la distnacia insalvable, del silencio mortal.

Ves lo que no existe y no ves que existe lo que a duras penas ves. No recordás mi nombre, ni mi mirada, ni mi perfume, ni cuánto es que te quiero. Se te olvida mi rostro, se te escapan mis abrazos, se diluye en vos mi voz. Y grito y te golpeo. Quiero que vuelvas, que no me dejes. ¡ay! Flor de mi vida ¿qué te hemos hecho para que helaras así? ¿cómo volver el tiempo atrás? ¿cómo no ser más fuerte para vos? ¡Cómo no arrepentirme hasta de lo que no ha sido mi culpa!

Tu imagen es como un trueno que me quiebra en mil pedazos. No lo manifiesto, no lo demuestro, no me atrevo. El cielo se oscurece y las estrellas cambian de lugar. El firmamento se vuelve vago y no puedo leer sus signos. Los tiempos han cambiado y ya no habrá certezas, no existirá el camino recto, no sentirán mis pies la tierra firme, no habrá palabra alguna que pueda responder a tus preguntas.

“Ofelia muerta” de John Everett Millais (1852)
Óleo sobre Tela (76x112cm) Tate Gallery, London
Como relámpagos para vos los recuerdos. Como tormenta horrible son tus pensamientos. Tu memoria se enrrieda y se devora, se corroe y borra. Parece que nunca dejará de llover, que nunca amainará y que el viento no cederá paso al silencio de la primavera que ha querido ocultar. El viento de otoño ha invadido con sus amarillos la primavera de tu vida - o peor: en pleno verano ha irrumpido el más crudo invierno.
Mis lágrimas brotan y por momentos no puedo evitar que se mezclen con los colores que le impongo a mi rostro para seguir sonriendote. Vos y yo, una acuarela estropeada, un lienzo rasgado, un género roído, una paloma mutilada, un verbo defectivo, un léxico que perdió su sintaxis.


Hay días en los que escribir es sangrar, en los que callar es gritar, 
en los que vivir es una excusa para sentir el dolor.