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Bienvenido a la versión simplificada del proyecto Tono-G, un espacio de producción y experimentación con el lenguaje que no ambiciona hacer literatura sino algo mucho más elemental: generar texto. Se trata de un afiche lleno de ideas, palabras e imágenes que te invita a pensar y a ver más allá de la inmanencia de las cosas. Este es mi espacio de collage en el que me propongo hallar el tono de las cosas, mi tono de las cosas. Los invito a acompañarme en esta búsqueda. ¡Comencemos nuestro recorrido!

Monday, July 2, 2012

Ilusiones...



Hace poco veía muy al pasar una imagen que jamás hubiera imaginado pudiera quedar impregnada en mi pobrísima memoria visual: una mariposa intentando posarse sobre una burbuja. El fondo es borroso pero se nota que se trata claramente de un lugar a cielo abierto. La paleta escogida es de colores cálidos aunque atenuados, dando la impresión de ser una fotografía algo vieja y desgastada por el paso de los años que un porta retratos no ha podido prevenir.

Para sorpresa del espectador, la mariposa logra posarse por un microsegundo sobre la burbuja. Lo que sucederá luego obviamente no se ve en la estaticidad que ofrece la imagen, pero bien podemos sospecharlo: la burbuja estalla y la mariposa vuela asustada o cae al suelo y es pisoteada por un transeúnte desprevenido. ¡Nada más peligroso que un desprevenido suelto cerca de nuestras ilusiones!.

Es casi como una pequeña novela de mediodía en la que no sabemos bien el origen de esa burbuja aislada que flota en el aire y ciertamente no podemos sino vacilar al intentar identificar al personaje principal del acotado drama que se presenta a nuestra retina. A este respecto, me inclino a pensar que es la burbuja y que la mariposa sencillamente ha irrumpido desde fuera de cuadro para alterar el orden - aunque endeble y transitorio -, estado de cosas que constituye la situación inicial de aparente estabilidad y armonía.
Nos preguntamos: ¿qué desea esa intrusa? ¿en qué reside su inconsciencia? ¿no habrá visto nunca antes una burbuja? ¿cómo es que sostiene la ilusión de que podrá tocarla sin romperla? ¿Será posible que esté tan agotada de agitar sus alas y de repartir ensueños que desea morir en el estallido de una ilusión? Y es que de eso se trata esto: de ilusiones - esas que cual burbujas caras y frágiles son.


Las ilusiones, frágiles como una burbuja, son muchas veces más reales que el mundo. Artificios creados por la mente del hombre, son caricias de una madre postergada: la imaginación. En esos mundos ficcionales que construimos para habitar pero en los cuales no permanecemos por mucho; vamos mudando y construyendo la mentira de nuestra vida: una vida en la que la vida tiene sentido.
Nos piden que abramos los ojos, que veamos la realidad; esto es, las cosas tal cual son. Pero, ¿por qué creerle a la vigilia embustera? ¿por qué tragar lo que los sentidos nos arrojan a las fauces sin el más mínimo tratamiento? No sé usted, mi querido lector imaginario, pero yo entre lo crudo y lo cocido - por cultura o por higiene -  prefiero lo que ha pasado antes por la olla y llegó a mí en un plato. 
¿Peco de sofisticado? ¿de romántico? No, peco de veleidoso, peco de pecar nomás; ¡La realidad es siempre tan la misma y tan muchas son las diversas ficciones prestadas que fabulo que no puedo dudarlo ni un segundo más!: elijo el pecado, elijo la traición, elijo la burbuja, elijo la ficción, desdeño la vigilia, me desentiendo de la realidad, me evado del sol y le rindo culto a la luna.
Pero veamos: no exagera quien dice que la realidad es mil veces más mentirosa que la ficción -¿o no es acaso emblemático el mero hecho de que pretenda ella misma sostener lo contrario? Por eso mismo dudo de mis sentidos: quizá eso no sea una mariposa, sino un gusano que se ha puesto alas robadas por las cuales ha tenido que asesinar con tal de no sentirse menos. Es más, tal vez lo que parece a mis ojos una burbuja sea una esfera de vidrio que un malabarista callejero arroja al aire en una esquina para cautivar la mirada y atraer algún que otro billete a su sombrero. ¡Una esquina dije! Bueno, no tiene por qué serlo en verdad... todo podría ser parte del montaje escénico de una película y lo que para mí indiscutiblemente era un fondo de exterior borroso sea una pantalla azul en un estudio de grabación. 

Entre más lo pienso más descubro que sólo una posibilidad me queda: disfrazarme de mariposa y posarme sobre un sueño. Durará lo que dura el click de la cámara engañosa que captura el momento, pero en ese intante descubriré la eternidad, romperé el tiempo, desafiaré al mundo y estallaré mis anhelos en colores acuosos que nadie percibirá en la calle pero que mi alma velará en secreto.


Berenice Gáldiz Carlstein (2012) - Serie "papelitos sueltos", una caja de ilusiones
grafito y acrílico sobre papel hecho a mano + color digital
13 x 18 cm

Epílogo 
Pensaba iniciar este texto del siguiente modo "Las ilusiones son muchas, pequeñas y poco duraderas. Nada como una caja de fósforos para pensar en ello." Comenzando así bien podría haber derivado mi discurso en una referencia respecto de una casi obvia intertextualidad:   Den Lille Pige med Svovlstikkerne (La pequeña cerillera), el conocido cuento del danés Hans Christian Andersen publicado por primera vez en 1845. Como es sabido, en él  una niña golpeada por su padre y huérfana de madre es obligada a vender cerillas en una cruda noche de invierno - la última noche del año-. Es tal el frío que decide arriesgarse a utilizar esas mismas cerillas para calentarse las manos. Cuando lo hace, logra ver no las cosas tal cual son, sino tal cual deberían ser; esto es, una maravilla. Cierto es que hacia el final paga con el precio de su vida. La pequeña cerillera se va con su difunta abuela a un lugar donde ya no sentirá frío y por la mañana los transeúntes hallan su cuerpo congelado. ¡Una calamidad!.
Decía que una posibilidad hubiera sido intentar un abordaje desde este cuento, pero no logro resignarme a un final en que la muerte sea la huida hacia un lugar mejor, mucho menos en los más tiernos años de la infancia. Esta vez prefiero ser un poco más optimista (que es lo mismo que decir, menos realista y más soñador).

Monday, June 25, 2012

Conjuro en mi exilio tu retirada

Berenice Gáldiz Carlstein (2012)
serie papelitos sueltos - "Eliminación"

Conjuro en mi exilio tu retirada. No miraré atrás sino que te empujaré hasta el averno. Yo, ese vil sujeto del que ningún verbo quiere predicar. Mas ¡ay de ti! que olvidas que no eres más que una circunstancia que araña con sus contingencias la sintaxis de los hombres. Desdichado soy por tenerte en mi vida, desdichado por abrazar un reflejo que se desvanece en el espejo cortándome las manos con el vil cristal. 

Retrocede, mal mío, bien amado esquivo. Mis puertas se han cerrado, no eres bienvenido. Busca en otros pechos pues el mio está vacío, sáciate con otros vicios pues mi voz hoy se atreve a negarte. 
¿Qué quieres¿? ¿qué buscas? ¿por qué vienes hacia mí? ¡Deciste! ¡Te lo advierto! He aprendido a herir. Rompo el yugo que me ciñe a tu mirada y reniego de tu fuero. Sal de mí y de mi carne que si no lo haces te arrancaré con mis uñas. Si duele, ya no importa; si muero, ¿qué más da? Todo lo que tenía lo has perjurado y en tu avariacia has devorado la dulzura que mi juventud no supo ocultarte.
Conjuro en mi exilio tu retirada. No miraré atrás sino que te empujaré hasta el averno.


Friday, June 15, 2012

Infinitivos


Sentir que una sonrisa me corta las entrañas, que las palabras desgarran mi garganta cada vez que pido "por favor" o "ayuda", es saber de qué estoy hecho: resquicios de todo lo que no pude ser y hacer, semen derramado sobre cemento fresco.

Todos los días son una faena; todas las horas, un prolegómeno infinito a la paz esquiva que nunca llega. Amanece pero sigue siendo la más oscura de las noches debajo de mi piel pintada.
Mirar con serenidad aún cuando las lágrimas delatan la más honda desesperación. Querer y no poder; poder y no querer. Intentar y no lograr; seguir intentando y resbalar. Subir dos escalones, retroceder diez casilleros. Tomar un atajo y volver al comienzo. Retornar al hogar que no vuelve, al comienzo acabado, al pasado perdido, al pretérito indefinido, al futuro desilusionado, al pluscuamperfecto, al presente expropiado, a los días hechos polvo, a los minutos vueltos ceniza, a los instantes sin suspiro, a los verbos en infinitivo.

La deixis me deja vacío de referencia frente a la ausencia que evoca la memoria perdida de tu nombre; fragmentos de una idea que no logro evocar, signos quebrados que ya no puedo leer, verbos incapaces de predicar, oraciones sin sujeto, impresiones de palabras y de angustiantes sentimientos. Sin flexión se pierde la concordancia y, con ella, la coherencia. 

Por primera vez no hay música que acompañe el ritmo al que late mi corazón. No hay voz que diga el nombre de las navajas que apuñalan desde dentro mi pecho.La luz no penetra la máscara, el eco no transgrede la piedra de la caverna, tus besos no permean la distancia infinita que un milímetro abarca.

Las palabras de aliento, no las comprendo; se las lleva el viento. Las miradas condescendientes, las odio y las desprecio; se anquilosan en la retina de quien las arroja. Los abrazos de consuelo, me son fétidos; pegotean mi piel pero no tocan mi quebrado entendimiento.

Comenzar de otra vez y descubrir que barajar y volver a dar es seguir pretendiendo que los naipes son nuevos cuando en realidad harto de memoria sabemos qué es lo que vendrá:

Amar...
                ...temer...
                                   ....partir.






Saturday, May 26, 2012

Palabras


Las palabras que tanto significan hoy, nada dirán mañana. Pues así como la aurora borra la noche, la noche lava los días. Será por eso que pienso que quizá llegue la mañana en que perdón ya no haga falta y gracias ya no tenga sentido; es decir, aquel esperado amanecer en que no recuerde tu nombre y te eches para siempre al olvido. 

Llueve y el barro cede. Canta y el ave muere.
Sopla y no se mueve. Ríe y te conmueve.
Pero habla y me derrota. Pero habla y me rompe.

Olvidamos para mejor recordar y recordamos lo que quisiéramos olvidar. Ya no quiero más abrazos, ni de amores ni de amigos. Yo no quiero más silencios ni recuerdos fugitivos. Sólo quiero que me quede en la mano el sueño mío, que te vuelvas realidad y te quedes hoy conmigo. Pero no querés. Tu rostro se oculta y mis lágrimas son ríos que se revuelven en tormento y desembocan en mis labios que siguen murmurando un "te quiero" para vos.

Llueve y el barro cede. Canta y el ave muere.
Sopla y no se mueve. Ríe y te conmueve.
Pero habla y me derrota. Pero habla y me rompe. 

Arde en el averno de mi mirada perdida el hombre que no he sido, arde en la pira los cielos que no he querido y el fuego que me abraza es la caricia que te ruega por más tiempo sin sentido.
En la laguna Estigia te espero, en sus orillas te quiero desposar. Sea Caronte el barquero quien oficie nuestras bodas y que de un solo trago se olviden los gélidos rencores de esta oda infernal. Al Hades vamos, al infierno te quiero llevar. Ahí podremos desnudarnos y al fin bailar sin que el sol nos apure, sin que la noche nos sofoque, sin que mis ojos me delaten, sin que tus manos me rechacen.

Las palabras que tanto significan hoy, nada dirán mañana. 
La aurora borra la noche, la noche lava los días. 
Llueve y el barro cede. Canta y el ave muere.
Sopla y no se mueve. Ríe y te conmueve.
Pero habla y me derrota. Pero habla y me rompe.







“Charon Carries Souls Across the River Styx” by Alexander Litovechenko, Russian, 1835-1890.

Palabras (verisión en verso)


Las palabras que tanto significan hoy, nada dirán mañana;
así como la aurora borra la noche, la noche lava los días.
Llega la mañana en que perdón ya no hará falta, 
la mañana en que gracias un sinsentido será.

Llueve y el barro cede. Canta y el ave muere.
Sopla y no se mueve. Ríe y te conmueve.
Pero habla y me derrota. Pero habla y me rompe.

Esperado amanecer en que no recuerde tu nombre
Esperado amanecer en que te eches al olvido.
Esperado amanecer en que ya no suenen las campanas
en que no me despierte si es que estoy dormido. 

Los necios olvidamos para mejor recordar
y recordamos entre besos lo que quisiéramos olvidar.
Ya no quiero más abrazos, ni de amores ni de amigos.
Yo no quiero más silencios ni recuerdos fugitivos.
Sólo quiero que me quede en la mano el sueño mío,
que te vuelvas realidad y te quedes hoy conmigo.

Llueve y el barro cede. Canta y el ave muere.
Sopla y no se mueve. Ríe y te conmueve.
Pero habla y me derrota. Pero habla y me rompe.

Arde en el averno de mi mirada perdida
el hombre que no he sido;
arde en la pira los cielos que no he querido
y el fuego que me abraza es la caricia
que te ruega por más tiempo perdido.

En la laguna Estigia te espero,
en sus orillas te quiero desposar
un trago de sus frías aguas
y olvidar podremos los lamentos
de esta oda infernal.

Sea Caronte el barquero
quien oficie nuestras bodas
porque al hades vamos,
al infierno te quiero llevar.

Ahí podremos desnudarnos
bailar sin que el sol nos apure,
sin que la noche nos sofoque,
sin que mis ojos me delaten,
sin que tus manos me rechacen.

Llueve y el barro cede. Canta y el ave muere.
Sopla y no se mueve. Ríe y te conmueve.
Pero habla y me derrota. Pero habla y me rompe.


Saturday, May 19, 2012

Perdido en el arte de hacer memoria solo es tu nombre un epílogo en mí (o breve novela sangrienta)


Si me quedo sin tinta sabrás que he muerto

I - Perdido
No hallo las palabras y sin embargo me tropiezo siempre con un par de nombres  - sí, el tuyo entre ellos-. Camino un poco más y también encuentro un par de adjetivos. Los hago a un costado e intento continuar. Hace ya rato que aprendí a no fiarme de ellos. Sigo buscando y (te) busco, pero no hallo lo que necesito; los verbos se borraron del diccionario: no sé cómo actuar. Ni los libros, ni los abrazos nos preparan para vivir. Sólo los golpes enseñan. Enseñan lo que se puede aprender: esto es, el dolor, tu nombre, una desilusión, la soledad, tus golpes, los míos.

II - Arte
El viento pasa y arranca mis otoños. Los arroja al río y la corriente me los arrebata. Corro y corro pero no los alcanzo; esos sueños secos se pierden, van más lejos de lo que jamás iré yo. Abatido, veo una piedra. Me arrojo y sobre ella lloro. Entre las malezas maldigo a los dioses por haberme creado.  Ahí es que se me ocurre: agarrar el cuchillo y limpiar la maleza. Abrazarme a la navaja, aferrarme a sus filos, besar con mis muñecas su hoja. Derramar sangre al piso para que se mezcle con mis lágrimas, con mi sudor, para que los pigmentos hagan su magia y el pincel que improviso con mis dedos exprese con su trazo mi padecimiento.
Sé que no debo lastimarme ¿acaso no se encarga de eso ya la vida? ¿acaso no es esa tarea tuya y de tu mirada esquiva?. Sin embargo, como sé eso, también sé que puedo mantenerlo en secreto. Así como nadie ve las heridas de mi corazón, así nadie verá lo que ahora le hago a mi piel. Así como vos no escuchás mi voz, así no oirás mi gemir. Es el arte de recordarte, el arte de olvidarte, de cortar, cortarme y cortarte. Arte, arte, arte para matarte.

III - Memoria
¿Qué pasará si los ángeles desafinan? ¿Quién arrullará a los niños en su cuna? ¿Quién reconfortará al anciano en el ocaso de sus días? ¿Quién asistirá al huérfano y a la viuda? ¿Quién guiará al ciego para que no tropiece? ¿Quién tomará mi mano? ¿Quién colmará mis oídos de dulzura? ¿Quién velará por que mis venas no se abran del todo?
Más difícil de olvidar que una llaga, más indeleble que la reminiscencia del primer amor, más irrefutable que el perdón de una madre, más enfermo que un beso tuyo, así es mi soledad, así es mi dolor.
No sirve mudarse. No sirve huir. Es fútil resistir. Es imposible permanecer. Memorias de un olvido, de un ayer que no fue.

IV - Soledad

SOLEDAD. Esa palabra que siempre se escapa de los labios al Silencio. Quisiera gritar y agitar la misma faz de la tierra, rasgar con mis manos desnudas el cielo con sus nubes y sus estrellas, devorar la noche y vomitar el sol, apagar el fuego y secar los ríos, quebrar los árboles y despedazar la hierba que atosiga mis pies sangrantes. 
La más amarga soledad es la que hace invisible todo lo querido, la que nos hace desdeñar el cariño que nos ofrecen, la que nos hace menguar en el intelecto y correr tras sombras que se desvanecen el viento.
La noche es larga. El alba no llega. Los grillos se han ido. El rocío se ha vuelto escarcha. Me siento ausente en mi propia mirada, desnudo en mi propio abrigo, perdido aún en mi casa.

V - Epílogo de mí.
¡Basta ya! Te lo suplico, letra mía. Déjame llorar en paz. La compulsión por escribir le roba tiempo a mi sufrimiento, suspende, posterga y demora inútilmente la angustia por la que late mi corazón.
Es cierto que a veces uno necesita tiempo, tiempo para digerir lo que ha tragado. Mas el mundo no da tregua: sigue girando... girando... y girando... y gira... y no deja de girar. El tiempo no se recupera, no vuelve, no se detiene, no perdona, no tiene memoria. Las obligaciones proscriben, los días prescriben y mis miedos siguen. ¡Hasta cuando! Que sea mi piel el papiro en el que vuelque la poesía de mis dolores. En ella tallaré un nombre, una voz, un retrato, un recuerdo, tu sombra, mi olvido. 






Friday, May 4, 2012

Faux pas (o catálisis del olvido)


"Tanto decir adiós desde la herida
que el perdón era el sol del mediodía
en la sonrisa triste."
Mirley Avalis - Tanto decir

Se queja el que camina en la cuerda floja porque no ve que la araña se pasea todos los días sobre un hilo. Es necesario, ahora, que intente desenrredar la madeja para que el caos devenga cosmos, para que la invocación de tu nombre devuelva el aliento al barro que me constituye.

Caminar en la cuerda floja es confiar en la capacidad de uno para resistir. Es confiar en que no nos queda otra alternativa más que creer en nosotros mismos. Es descrubir que uno siempre camina con los pies en el infierno y los brazos en el cielo. Es descubrir que hay momentos en los que uno tiene licencia para sentir y momentos en los que uno tiene el deber de actuar eficientemente de modo que los demás puedan sentir por uno.
Algo he aprendido: Mirar abajo es rendirse; mirar arriba, ser insensato. Negar la situación, una imprudencia imperdonable. Cualquier paso en falso puede precipitarnos al impacto tan temido. 
Perderte a cada rato. Abrazarte y que tu memoria se me escurra entre las manos. Mirarte y ver que tus ojos no me devuelven la mirada. Sentir tu fría porcelana resistiendo mis afectos. Eso es para mí el faux pas que me hace caer en el abismo del no reconocimiento, de la distnacia insalvable, del silencio mortal.

Ves lo que no existe y no ves que existe lo que a duras penas ves. No recordás mi nombre, ni mi mirada, ni mi perfume, ni cuánto es que te quiero. Se te olvida mi rostro, se te escapan mis abrazos, se diluye en vos mi voz. Y grito y te golpeo. Quiero que vuelvas, que no me dejes. ¡ay! Flor de mi vida ¿qué te hemos hecho para que helaras así? ¿cómo volver el tiempo atrás? ¿cómo no ser más fuerte para vos? ¡Cómo no arrepentirme hasta de lo que no ha sido mi culpa!

Tu imagen es como un trueno que me quiebra en mil pedazos. No lo manifiesto, no lo demuestro, no me atrevo. El cielo se oscurece y las estrellas cambian de lugar. El firmamento se vuelve vago y no puedo leer sus signos. Los tiempos han cambiado y ya no habrá certezas, no existirá el camino recto, no sentirán mis pies la tierra firme, no habrá palabra alguna que pueda responder a tus preguntas.

“Ofelia muerta” de John Everett Millais (1852)
Óleo sobre Tela (76x112cm) Tate Gallery, London
Como relámpagos para vos los recuerdos. Como tormenta horrible son tus pensamientos. Tu memoria se enrrieda y se devora, se corroe y borra. Parece que nunca dejará de llover, que nunca amainará y que el viento no cederá paso al silencio de la primavera que ha querido ocultar. El viento de otoño ha invadido con sus amarillos la primavera de tu vida - o peor: en pleno verano ha irrumpido el más crudo invierno.
Mis lágrimas brotan y por momentos no puedo evitar que se mezclen con los colores que le impongo a mi rostro para seguir sonriendote. Vos y yo, una acuarela estropeada, un lienzo rasgado, un género roído, una paloma mutilada, un verbo defectivo, un léxico que perdió su sintaxis.


Hay días en los que escribir es sangrar, en los que callar es gritar, 
en los que vivir es una excusa para sentir el dolor.

Friday, April 13, 2012

Martirio y alucinación, heterodoxias vespertinas




No hay cadenas ni cárceles,
pero prisioneros sí.
No hay agua en los mares, 
pero ahogados sí.
No hay fuego en los árboles, 
pero bosques encendidos sí.
No hay afueras ni adentros, 
pero excluídos sí.
No hay fuerza en mis brazos, 
pero te abrazo a ti.




Amputadas mis manos del cuerpo, como amordazado me siento yo. Hoy la voz no me alcanza y cada palabra que se escabulle por mi garganta lastima con sus puntas mi razón. Perdida la paciencia y atenuada la esperanza, solo el automatismo de tus manos se atreve a condenar mi sexo para derramarte como un martirio sobre las ebrias sábanas manchadas por tu desamor.

Miro mis notas (esas que ordenan el pensamiento) y descubro que me miento con la sintaxis en cada oración. No hay orden ni respeto, no hay lógica ni posible que resulte potable a mi intelecto y a mis emociones por igual. Lo que sucede, sucede; y lo que no, no sé. Quizá Dios sepa, pero decide callar.

Escucho mil voces. Todas me quieren guiar. Adónde me pregunto mientras doy seis pasos hacia atrás. El ojo prestado ve más clara la noche y en esa visión olvida que no es la luz sino la sombra lo que importa en la penumbra, que no es la vela la que alumbra sino el eclipse que calla, la nube que oculta, el párpado que niega, la rama que tapa, el velo que augura.

¿Descubriremos en la arena del desierto el tiempo que aún no hemos perdido?
¿Brotará del suelo la sabiduría?  ¿Reverdecerá la vida?
¿Prevalecerá la paz y la juticia? ¿Renacerá el amor?
¿Florecerá la belleza que una vez fue nuestra?
¿Dará fruto el árbol de la experiencia?
      ... ¿o habrá sido todo en vano?


El recuerdo del calor de tus caricias y la promesa de tu perfume una vez más imprenando mis almohadas es la Sabina que se interpone entre los rencores y provoca que bajemos las armas. Si por accidente mis propias flechas me han tocado y desde entonces la noche lleva tu nombre para mí, que el aceite no me condene y que Febo no te lleve, porque mis alas aún abrazan tu blancura y mis brazos se desangran si tus miedos me rechazan.



No hay cadenas ni cárceles, pero prisioneros sí.
No hay agua en los mares, pero ahogados sí.
No hay fuego en los árboles, pero bosques encendidos sí.
No hay afueras ni adentros, pero excluídos sí.
No hay fuerza en mis brazos, pero te abrazo a ti.





Obras:
1- Jacques-Louis David "Las mujeres Sabinas"(1799)
[imagen recortada]

2- Jacques-Louis David "Cupido y Psyche" (1817)

Sunday, March 11, 2012

Y si tuviera que decir adiós… (in memoriam)


Gwynne Brunet - Sad Graveyard Angel  (8"x10" Acrylic on canvas)




"Y llegué a detestar la vida, 
porque me da fastidio todo lo que se hace bajo el sol. Sí, todo es vanidad y correr tras el viento" 

(Ecl. 2, 17)







Empiezo con una conjunción copulativa porque todo enunciado es eslabón de una cadena: responde tanto a palabras ya dichas como a las palabras por decir, e incluso a veces responde a cosas que jamás serán dichas porque el trueno quebrará la voz de su portador. Sigo con un condicional, con una conjunción adverbial condicional – me recrimina la gramática – para abrir una subordinada. Eso me recuerda que siempre estamos subordinados; siempre estamos sujetos a las condiciones, amarrados al azar, estacados a la contingencia, aferrados a la incertidumbre universal. Y, ¡oh!, otra subordinada: una completiva que completa lo que los puntos finales dejan en suspenso. Un verbo en infinitivo me reconforta alejando mis miedos y poniéndolos por fuera del presente que conjugo. Adiós… ¿el objeto directo para la gramática? No estoy seguro de ello, no estoy seguro de mí. Adiós no es objeto ni es directo… es lo indecible para mí, lo más abstracto y remoto que hay en mi léxico. 

Si tuviera que decir adiós a la luz de la mañana porque mis ojos no volverán a ver; si mi boca tuviera que  despedirse de las palabras porque ya no habrá modo de articularlas; si tuviera que saludar mis lugares preferidos – con sus texturas, olores y recuerdos – por saber que ya no seré capaz de volver… volver a tocarlos, a olerlos, a convocarlos en mi memoria; si supiera que ya nunca más sentirán mis labios el sabor de tu mejilla en mis abrazos; en fin, si tan solo tuviera que decir adiós… 

…no sabría. ¿cómo resignarme a las cenizas? ¿cómo contemplar que el estéril mundo que me he creado en la ficción de mi vida se diluye irremisiblemente entre mis castigadas manos? ¿cómo mirar el espejo de tus ojos y ya no verme reflejado? ¿cómo saborear la nada? ¿cómo respirar el vacío? ¿Cómo besar la ausencia? ¿cómo acariciar el sol? Si tuviera que decir adiós – ya lo ves – tendría tantas preguntas que ni vos podrías responder, tantas inquietudes que ni Dios podría restablecer la paz en mí. 

Gwynne Brunet - Weeping Graveyard Angel (8"x10" Acrylic on canvas)
Siempre he sido un hombre concreto, pero la monomanía deriva en locura y la locura en abstracción y la abstracción en la idea que me permite negar el adiós que no me atrevo a pronunciar. Peor que una herejía, más profano que no arrodillarme ante un altar, más duro que un espejo de mármol, más doloroso que una daga enterrada en las entrañas, más inquisidor que la mirada del Creador, más terrorífico que la dieta de Cronos, más aberrante que el amor de Medea por sus hijos, más distante que Cupido al arrojar su flecha, más esquivo que la mirada de la Virgen cuanto le rezo… así es el adiós. 

Adiós… A-diós…. A Dios le pido que me oiga, a él le grito que no te lleve, a el le gimo que no cobre hoy mis pecados en vos, a él le reclamo la misericordia de la que se mofa, a el lo provoco con mis insultos, a él lo amenazo con mi ira, a él le digo adiós si me obliga a despedirme de vos. ¡Si tan solo Dios supiera lo que se siente decir adiós! 

Bebo de la laguna Estigia botellas enteras en las que me ahogo. Pero el recuerdo permanece. No pude despedirme, no supe decirlo. Hoy me lamento y me pregunto, si tan sólo pudiera decirte adiós… ¿lo haría? ¿O volvería a callar? 

¡MOMENTO! ¡Que el alcohol me ha confundido los tiempos! ¡Que el futuro no pasó! ¡Que mañana no fue ayer! ¡Que vivimos en el hoy! ¡Que todavía no te vas, que te puedo decir adiós! Quizá no deba… quizá no sepa…. quizá no quiera. ¿cómo decirte adiós si apenas comienzo a decir hola? No te vayas, no me dejes, no te esfumes… no me obligues a decir ADIÓS. 

Si tan solo no fuera yo el que se va, si tan sólo no fueras vos quien huye… Si tan sólo supiera cómo decirte “te quiero”, “perdón”, “gracias”… o, simplemente, ADIÓS.


Weeping Angel at Friendship Cemetery in Columbus, Mississippi. The Weeping Angel monument for Reverend Thomas Cox Teasdale. Rev. Teasdale was the only individual to obtain a document carrying the signatures of both Abraham Lincoln and Jefferson Davis.

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"Una generación se va y la otra viene,
y la tierra siempre permanece. El sol sale y se pone,
y se dirige afanosamente hacia el lugar de donde saldrá otra vez.Lo que fue, eso mismo será; lo que se hizo, eso mismo se hará: ¡no hay nada nuevo bajo el sol!"
(Ecl. 1, 4-5.9)

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Friday, March 2, 2012

Calendrio y reloj / Balance y prospección

Advertencia
El presente escrito no tiene intención alguna de servir al proyecto estético-literario del presente blog. No es sino lo que el título sencillamente anuncia: un balance de mi vida personal acotado al último año. Queda el lector debidamente informado de ello, no dejando lugar a desánimos, críticas inoportunas o reclamos de correción.


Ser siervo del calendario que debería servirnos a nosotros es tan solo una de las muchas contradicciones en las que uno está direccionado si es que quiere integrarse de un modo eficiente a la sociedad. Ahora, el mejor modo de combatir la enajenación alienante que produce este mecanismo sobre la conciencia – los sabemos porque muchos lo han dicho ya – es reflexionar críticamente para poder desnaturalizar lo que la cultura nos impone como atemporal, eterno, lógico e irrefutable. 

El calendario: instrumento de creación humana que sirve para la medición del tiempo que se resignifica merced de la refundición de su materialidad física a partir de la forma que le impone la matriz elegida; unidades de diversos tamaños, unas convertibles a otras, unas contenedoras de las otras, que se reiteran indefinidamente en la linealidad con la que hemos moldeado en Occidente los acontecimientos de la vida. 

Para bien o para mal, estamos atrapados por el reloj que manda la rutina y por el calendario que marca el comienzo y el fin de cada una de nuestras actividades cada año, y no es mucho lo que podemos hacer al respecto. No podemos pagar las cuentas otro día que no sea el del vencimiento que figura en las mismas, ni sería viable entrar en discusiones del tipo “me parece que hace poco pagué esto, Ud. debe estar en un error… no me importa lo que diga su almanaque, seguramente falta todavía para que deba volver a pagarle”. ¿Cuál es el conflicto allí? ¿Es acaso el desajuste producido por el uso de dos calendarios distintos? Claramente no. Lo que aquí se evidencia es que hay otra dimensión de lo que convenimos en llamar “tiempo” que escapa a la convertibilidad de las unidades rígidas que componen el sistema de medición convencional: se trata del tiempo subjetivo, del tiempo de la conciencia, el único que quizá sea verdadero para nosotros, el único que tiene algo que ver con el lenguaje. 

Hago eco en estos prolegómenos de las palabras de un lingüista al que aún no me he animado a citar aquí: Émile Benveniste. No deseo abrumar aún más a mi querido lector con notas al pie o breves referencias acerca de la vida y obra de este sujeto por demás conocido por todos ya que tal información bien puede hallarse en la enciclopedia. Mi interés aquí es bien otro. Es mi deseo traer a cuento esta breve distinción de las dimensiones del tiempo – y en menor grado la crítica reproductivista– sencillamente porque lo que estoy a punto de ofrecer en las próximas líneas es un balance de mi vida en el año 2011 y me adelanto a quienes puedan burlarse de la fecha en que lo hago. Sí, es el día 10 de marzo de 2012 según el calendario gregoriano. El año 2011 ha concluido oficialmente hace 70 días ya. ¿Quiero acaso eso decir algo para mí? Sólo que ya he dejado atrás el budín y el pan dulce y que mi estómago se prepara ya para recibir huevos de pascua. 

Mi año, tal como yo lo he vivido, no empezó sino hasta mayo de 2011 y acaba de finalizar el 20 de febrero del corriente. Feliz coincidencia que justamente esas fechas coincidan con el arribo de mi nueva compañera de departamento y con su partida a Europa, respectivamente. Pero, como digo, es tan sólo una feliz coincidencia que servirá para hacer más memorable esos dos sucesos. 

¿Por qué 2011 no comenzó el 1º de enero? Sencillamente porque en esa fecha estaba yo aún muy ocupado con asuntos de diversa índole que, habiéndose precipitado en Diciembre, requerían apremiantemente mi atención. De esas preocupaciones en las que el estudio no ocupó un lugar menor, la que quizá me generó el mayor estrés fue la disolución de mi acuerdo verbal de convivencia con S., cuyo acto final – tras un verdadero drama – involucró un episodio que me dejó sin puerta en el departamento y requirió intervención del cuerpo policial. Hasta la fecha sigo teniendo pesadillas ocasionadas por aquella ominosa y calurosa noche de verano. 

Al calor sofocante y a esas relaciones interpersonales no menos candentes, se le sumó en el seno de esa misma semana trágica la parotidectomía que debieron practicarme para solucionar daños colaterales producidos en parte por problemas médicos que comenzaron a gestarse (sospecho yo) en el año 2009. Parte médico: parotidectomía, quistes tiroideos y cálculos renales. Múltiples estudios y tratamientos superpuestos hicieron que pasara una buena cuota del día en el sanatorio durante meses. 

Concluida la operación y rodeado de mis seres más queridos, me vi obligado a permitir que mi familia cuidara de mí los siguientes 30 días. si bien fue una experiencia harto intensa y no poco estresante, fue el principio de mi reconciliación con la idea que mi familia ocupa en el mapa de mi vida. 

Así es que, el año no comenzó sino hasta que en Mayo comencé a trabajar arduamente en mi ayudantía, a rendir los primeros parciales y a disfrutar de una nueva y armoniosa convivencia que vendría a ser el reverso de mi situación el año anterior. 

¿Por qué el 2011 no terminó el 31 de Diciembre? Sencillamente porque el 26 de ese mes hube de volver a mi ciudad natal en la que me vi atrapado por 36 días motivo de un cáncer que le detectaran a mi mamá que derivó en una cirugía de alta complejidad y a una serie de reajustes en el esquema familiar. Sin ayuda, no hubiera podido llevar adelante todo lo que gesté en esas semanas allí. ¿El costo? Lo usual: postergar mis emociones, mis pensamientos y mi vida en general en pos de un bien mayor que no es ni más ni menos que lo que mi familia hiciera por mía hacía exactamente un año. – En palabras más directas y escatológicas: 2011 no terminó el 31 de Diciembre porque me pasé esa noche ocupándome del incesable vómito de mi mamá y del asma de mi hermana. 

¿Qué pasó entre medio? Muchas cosas. Creo que vale decir que 2011 fue un año para redefinir el curso de mi vida en muchos sentidos. Superficialmente, el cambio no se ve. Pero por dentro, al fin me miro al espejo y me reconozco. 

Fue un año de mucho glamour, de arduo trabajo intelectual, de gratas experiencias académicas, de interesantes ensayos en el ars amandi y – más específicamente – en el ars sexuali, tan postergado en mi vida. Un año de mucha paz, de depuración. Un año para "desdramatizar, simplificar y resignificar” – si es que acaso puedo seguir plagiando a mis autores favoritos. 

Epílogo: ¿Cuáles son mis deseos para este año que inauguro? Si bien el prospecto no es favorable – como tampoco lo era el del año pasado – espero estar a la altura de las circunstancias, proteger mi cuerpo y mi mente de todo lo que lo pueda corroer en el camino, y seguir creciendo con mi familia y mis amigos intelectual y espiritualmente. Eso es todo lo que puedo pedir y todo por lo que voy a trabajar incesantemente este año. Que no me gane el spleen, ni la comodidad, ni el desgano, ni los problemas de autoestima, ni la falta de dinero, ni los malos deseos, ni la palabra cruel que mis detractores me propinan. Que 2012 se tiempo nuevo. Tiempo para hacer cosas. Y es que, como dice el Eclesiastés - y ahora sí, con esto termino – hay un tiempo para todo: 
Hay un momento para todo y un tiempo para cada cosa bajo el sol:
un tiempo para nacer y un tiempo para morir,
un tiempo para plantar y un tiempo para arrancarlo plantado;
un tiempo para matar y un tiempo para curar,
un tiempo para demoler y un tiempo para edificar;
un tiempo para llorar y un tiempo para reír,
un tiempo para lamentarse y un tiempo para bailar;
un tiempo para arrojar piedras
y un tiempo para recogerlas,
un tiempo para abrazarse
y un tiempo para separarse;
un tiempo para buscar
y un tiempo para perder,
un tiempo para guardar y un tiempo para tirar;
un tiempo para rasgar y un tiempo para coser,
un tiempo para callar y un tiempo para hablar;
un tiempo para amar y un tiempo para odiar,
un tiempo de guerra
y un tiempo de paz.
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A modo de apéndice, vuelvo a publicar mi "Confesión". A modo de única nota introductoria, reproduzco el pie que incluí en la descripción que acompaña al video en YouTube.

Mezcla de algo que estaba escribiendo para mi blog y de una justa relativización que debo hacer pública respecto de algo en lo que no hemos estado de acuerdo con C.R. el día de hoy, esta es mi confesión sobre lo que creo que es ser lindo, sobre lo que creo que es mi vida y sobre por qué la sigo viviendo. Ver esto - además de voyeurismo - es conocerme más.

Disculpas por estás tan poco suelto. Son temas de los que no suelo hablar sino por medio de la ficción. Esto no es ficción. Este soy yo.


Monday, February 13, 2012

Nec silentium est aureum

A los que necios que no oyen,

a los soberbios que no callan,
a los que me llaman al silencio,
a mis detractores todos....


Henry Fuseli "El silencio" (1799-1800)

Si es que ha llegado el momento en que ya no tengo nada nuevo que decir ni nadie que quiera oírme rumiar lo que ya he repetido hasta el cansancio en mis rimas ¿será acaso momento de que me calle? ¿será finalmente hora de guardar silencio? Ante esta duda mi escritura se ve invadida por interrogantes como que siguen a continuación, destellos de una memoria desordenada que intenta revivir a esa mi musa herida de muerte por un veneno, mezcla de spleen y realidad:

¿calló el pájaro su canto esa mañana fría en la que no pudo hallarle sentido a su himno estival? ¿o buscó una excusa para trinar un día más?.... 
 ... ¿puedo acaso guardar silencio la lluvia aquella tarde en la que el cielo se le llenó de dudas? ¿no le fue inevitable ejecutar su sinfonía mientras acariciaba la tierra, los vetustos árboles, los animalitos el campo, mi pálido rostro, tu reflejo en los charcos?....
... y aquella noche en la que por sentir que ya no podría hacer su trabajo como antes, el cantante afónico quiso encender en llamas su repertorio  ¿no se avocó en su desvelo a la revisión minuciosa de sus partituras, remarcando con pasión cada una de las notas que preparaban su alma para entonar con mayor fervor esas estrofas que eran su pasión?....
 ...  ¿acaso se borra del papel la tinta que imprimimos cuando la muerte nos arrastra al silencio, al olvido? ¿o permanece resistente, aferrada a los blancos del papel de la vida para que las generaciones que vienen detrás de nosotros puedan tener testimonio de nuestro tránsito por esto que llamamos 'realidad'?

Chiharu Shiota, Biel Klavier 139, mixed media installation, 2009.
Por la mañana yo no hallo el sentido a mi canto, aquél que parece haber nacido fuera de época. Por la noche mi techo se llena de dudas y mi boca se llena de temores. Pierdo la voz por la noche y parece que aún aquello que parecía firmemente establecido se diluye en mis pensamientos, en el tiempo, en las críticas que recibo y en los elogios que esquivo. Aún así, busco excusas para escribir un día más, reviso mis notas y me preparo para volver a tomar el lápiz y profanar con mayor rebeldía el papel que hallo suelto por los rincones de mi hogar. Me es - ya lo ves bien -  tan inevitable ser así, como lo es para la lluvia precipitarse sobre mí, sobre ti, sobre la superficie toda de la creación.

Entonces: si el pájaro no olvida su canto, si la lluvia no calla por mucho, si el artista se prepara para volver a pintar, si lo que he escrito permanece aún cuando yo me borro de a poco, desvanecido en la fugacidad de los días, ¿he de callar? La respuesta: No.

No me callo para complacer ni por temor a lo que piensen mis lectores. A veces el ave erra en su cantar, a veces la lluvia murmulla tímida en vez de gritar, a veces el cantante desafina, a veces le pasa al pintor que su pincel se le patina, a veces la letra me es tan dura, lejana y esquiva... ¿cómo no he yo de equivocarme de vez en cuando en lo que escribo? Pero si ellos no callan, ten por seguro, mi fiel lector, que yo tampoco lo haré.


Dirk Vanden "Sad clown" (1960)

Saturday, February 11, 2012

Mi ángel callado (22/sept/2006)




 Hugo Simberg "Haavoittunut enkeli" (1903), oil on canvas, 127cm x 154cm.

Quizá haya sido tu mirada flamante saeta que con sutilezas se clavó en mi alma, partiéndola en tantas piezas como estrellas en el universo, collares perlados que no son nada comparados con tu sonrisa.

Oh, mi ángel,
se ruboriza el ocaso
cuando te fijas en él,
y empalidece la noche
si no te ve.

Jamás podré consolar a aquel sauce mío que al separarse tu cuerpo de su tronco viose sumido en la más nefasta y desconsolada oscuridad: el silencio, mil veces más tremendo que la más intensa ausencia, mil veces más temido que las llamas de Lucifer, mil veces más helado que un "no" escapándose de tu boca.

Oh, mi ángel,
se ruboriza el ocaso
cuando te fijas en él,
y empalidece la noche
si no te ve.

Desaparecida la complicidad, surge el complot; muerto el cielo, ya no respiran las muchas nubes ni visita mi cama el sol; muerta mi esperanza, es la memoria de tus besos mi tumba y mi pasión.

Oh, mi ángel,
se ruboriza el ocaso
cuando te fijas en él,
y empalidece la noche
si no te ve.

Nací en tu hechizo de muerte y morí en la vigilia que me arrebataba tu veneno nocturno. Te cansaste de jugar en el jardín de las maravillas con este muñeco de trapo que no vale ni tan solo una de tus caricias,  ¡ni que decir de tu mirar!

Oh, mi ángel,
Se ruboriza el ocaso
cuando te fijas en él,
y empalidece la noche
si no te ve.

¿Por qué te negás si yo acepto? Muñequito de cristal, mariposa de papel, encendé una última vez este corazón para que en sus cenizas jamás se desdibuje el indeleble conjuro de tu mirar.



Oh, mi angel….

Sunday, February 5, 2012

Palabra mayor

Sabias son las palabras de quien a pesar de no haber estudiado ha tenido la oportunidad de avanzar en edad sin dejar de tomarse el tiempo para observar y cultivar en el corazón las semillas de la flor de la experiencia. Palabra de abuela, palabra sacramentada, misterio atemporal e incorpóreo que como vapor se eleva en el intocable cielo hasta confundirse con el éter; eco ancestral que resuena como un torrente manso de agua en el oído; mar que toca con suaves manos la orilla por la que no se atreve a avanzar; aire fresco y siempre nuevo; consuelo en tiempos difíciles; motivo de alegrías evocadas en la nostalgia; dulzura de infancia que nunca muere.

"Si no podés hablar con alguien de las cosas que vivís en el día a día, si no tenés con quien compartir la palabra, te sentís solo. Es como no existir. Uno siempre necesita hablar, hablar con otros de las cosas de uno, aún cuando no sean importantes." Hablar es existir, y hablar es siempre hablar con otro, aún cuando uno hable solo; es hablar con un amigo, con un compañero, no importa con quien. Se trata de hablar, siempre hablar, pero saber cuándo callar para darle espacio al otro, espacio para ser, para no matarlo con la palabra. Y es que si muere el otro, muere también uno. Necesitamos de la palabra, necesitamos de otros.

Mientras escuchaba su voz que me hablaba, veíala nacer ante mí y morir en su prudente silencio invitándome a decir algo, a manifestarme en su presencia naciendo yo también nuevo en la palabra y reconociendo la suya en la mía propia. Esa charla se sintió como un juego de muerte y resurrección, síntesis misma de la esencia humana que es y no es al mismo tiempo sin por eso dejar de existir.
Sé que cuando ella parta, su palabra quedará como un eco en el recuerdo y su presencia será estrella para mis noches. Digo estrella, pero no de esas que se confunden entre otros puntos ornamentando el cielo, sino de aquellas perennes guías que resisten las primeras luces del alba y que conducen a los caminantes a través de las oscuridades más profunda directo a un oasis de vida y esperanza. Porque es cierto que a veces no podemos ver donde posamos el pie por culpa de la cerrazón, pero más cierto es aún que colándose entre el follaje selvático de esos problemas que nos agobian y que no nos dejan ver, habrá una estrella o dos marcando el camino a Belén.

Ahora decido callar y en mi silencio muero un poco para que vos, mi querido lector, puedas vivir. Ojalá que puedas descubrir el valor de la palabra y de reconocer qué voces son las que te guían día a día. No te olvides de dar las gracias por la palabra recibida siempre y no dejes - por mucho que cueste - de pedir perdón nunca por los momentos en que no has tenido paciencia y los oídos bien abiertos. Nuestro nombre, al igual que nosotros mismos, es tan solo una palabra que resume nuestra esencia.  Tu palabra es tu vida, y la vida es todo lo que tenemos.

Ruinas de una flor

"La flor de las ruinas debe morir entre ellas...
¡sola y abandonada como ha vivido! "
(Fernán Caballero, La flor de las ruinas)
runas inscriptas en mi corazón
árbol encendido del tallo el calor
emana siempre su perfume
aunque no la alcance el sol.

¡ruinas, ruinas, ruinas! ¡sólo ruinas!

ruinas de la memoria
silencios de un ayer
resabios amargos la novia
deshoja vestidos con alfiler.

¡ruinas, ruinas, ruinas! ¡sólo ruinas!

ruinas de un cuerpo
marcado de noche por el sol
testigo fiel del tiempo
que ha pasado sin perdón.

¡ruinas, ruinas, ruinas! ¡sólo ruinas !

ruinas de un verso
aborto aplicado en ensueño
borra el universo todo
suprime por sed a su dueño.

¡ruinas, ruinas, ruinas! ¡sólo ruinas!

ruinas de un infierno temido
de fuego, gritos y chillidos,
por la soberbia del diablo perdido
ruinas del hombre nacido.

¡ruinas, ruinas, ruinas! ¡sólo ruinas quedan! en tus ojos el reflejo de lo que prometí ser y no fui, de la flor que marchitó antes de nacer, del recuerdo del anillo que mentí,  de mi cuerpo alquilado siempre al mejor postor, de mi canto, mi poesía, mi sustento y lamentación. En tus ojos mi reflejo, en mi reflejo tus ojos. Vos en mí, yo en vos y juntos en tu mirada siempre los dos.

José Benlliure y Gil "La barca de Caronte" (1919)
oil on linen, 176 x 103 cm